Estuve mucho tiempo en penumbras. Aferrada a historias, recuerdos y promesas que ya no existían. Logré ver destellos de luz, que desaparecieron tan pronto como habían aparecido. Cuestioné mi estabilidad y mi inestabilidad, que eran la misma cosa. Creí por momentos que nunca iba a ser la misma. Hasta que entendí que no soy la misma, ni lo seré. Pero que está bien que así sea.
Todas las historias nos dejan algo. Nos enseñan a amar, nos enseñan a confiar, nos enseñan a construir y también nos enseñan a perder. No somos los mismos. Sabemos que se puede perder, pero también que se puede ganar. Sabemos que tenemos la capacidad de amar, confiar y contruir. Y lo más importante, sabemos que si fuimos capaces de hacerlo una vez, somos capaces de hacerlo de nuevo. Eso estoy aprendiendo ahora. Porque aprender es saber... y sentir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario