Todas las rachas tienen un final. Incluso las de días negros. O mejor dicho, especialmente las de días negros. Muchas veces nos toca a nosotros darnos cuenta cuándo parar. A veces podemos hacerlo solos, otras veces, necesitamos un empujoncito de afuera.
Hoy me dieron un empujoncito a mi. De la manera menos esperada, la persona menos esperada (he aquí la maravillosa capacidad que tiene la vida de sorprendernos en cada esquina). El empujoncito me hizo ver que he pasado tanto tiempo lamiéndome las heridas que, no sólo que no cicatrizan, sino que se me están pasando otras cosas frente a los ojos. Como casualmente comentó alguien que pasó por acá, quizá sea tiempo de levantar "la vista del ombligo".
Hoy me dieron un empujoncito a mi. De la manera menos esperada, la persona menos esperada (he aquí la maravillosa capacidad que tiene la vida de sorprendernos en cada esquina). El empujoncito me hizo ver que he pasado tanto tiempo lamiéndome las heridas que, no sólo que no cicatrizan, sino que se me están pasando otras cosas frente a los ojos. Como casualmente comentó alguien que pasó por acá, quizá sea tiempo de levantar "la vista del ombligo".
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* Proverbio africano
2 comentarios:
Dejale la computadora, por favor te lo pido! jajajaja
te amo!
Bien ahi!, (como decimos en cordoba!)
Vuele, vuele, que asi se aprende a volar!
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